miércoles, 15 de enero de 2014

El bachillerato es un ciclo de estudios anterior a los estudios superiores.
El bachillerato tiene un carácter obligatorio en algunos países, ya que sin él no se puede conseguir un empleo económicamente bien definido, aunque en la mayoría de los países no es así. Las asignaturas que se imparten son más especializadas que en la secundaria, es decir, están encaminadas a las ciencias, a las letras o a las artes (cada uno de las tres tiene tres asignaturas de modalidad específicas, las demás son todas comunes). El objetivo del bachillerato es preparar académicamente al alumno para que pueda realizar estudios superiores.
En la enseñanza española (e hispanoamericana) de los siglos XIII al XVII o XVIII, el título de bachiller era el grado menor de los estudios universitarios, equivalente a la actual Diplomatura, que facultaba para ejercer una profesión sin necesidad de llegar a los Grados Mayores (licenciado y doctor). Se estudiaba en las universidades (en las Escuelas Menores) o en los Colegios Menores. Es conocido, por el Quijote, el Bachiller Sansón Carrasco.
Todo esto entraña un problema de comprensión de lo que el bachillerato significa, de su historia y aparición académica como una necesidad para dar al futuro profesional una comprensión global del mundo natural y de su cultura.
El remoto origen del bachillerato se encuentra en los grupos de estudio del clero regular, en sus monasterios para prepararse para el debate con las demás sectas y corrientes religiosas diversas que existían en la Edad Media. Esas eran las Escuelas Monacales que capacitaban teólogos. También existía el Clero Secular (que es el que convive con el Siglo, con la gente y que administra los bienes materiales de la Iglesia), que hasta el siglo X u XI no tenía enseñanza propia, por lo que a menudo su instrucción dejaba mucho que desear. Los obispos crearon entonces las escuelas episcopales en donde, a diferencia de las escuelas monacales, no solamente producían teólogos, sino que también estudiaban las ciencias y las artes liberales reconocidas por la Iglesia y se admitía la presencia de seglares. En estas escuelas es donde se empezó a aplicar el Trivium y el Quadrivium, programa de enseñanza considerado indispensable de asimilar para que luego el educando pudiera ocuparse del aprendizaje de un oficio del cual habría de vivir.